En fin, el caso es que, aunque hoy lo que tocaría sería hablar de fútbol, acabo de leer en el periódico la noticia de la dimisión de Ana Cano como decana de la Facultad de Filología a causa del rechazo de la Junta de Facultad al título de Filología Asturiana entre las propuestas de los nuevos títulos de grado. Bueno, realmente la noticia ya aparecía ayer; a lo que hago alusión ahora es a la aparecida hoy en La Nueva España con el título Llingua politizada, Filología sin título de Asturiano.
Resumiendo para los lectores que no estén al tanto de la noticia, resulta que la hasta ahora decana de la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo y a la sazón presidenta de la Academa de la Llingua, Ana Cano, dimitió anteayer de su cargo tras rechazar la Junta de Facultad la Filología Asturiana como uno de los nuevos títulos de grado, a propuesta del profesor de Filología Española Félix Fernández de Castro.
No pretendo entrar en el fondo de la cuestión pues ni conozco a ninguno de los profesores involucrados ni soy lingüista. Lo que me ha llamado profundamente la atención y que es el motivo por el que no me puedo resistir a escribir sobre ello, son las reacciones que se han producido a raíz de dicho rechazo.
Leo en La Nueva España:
El diputado de IU, Javier García Valledor, calificó la decisión de la Junta de Facultad de «indignante» y añadió que «pone en cuestión si la Universidad está al servicio de la sociedad asturiana o al de los intereses espurios de un pequeño grupo de profesores que por sus acciones son claramente indignos de ser considerados tales en la universidad asturiana».
Ahí lu tienes, con dos cojones. ¿Os imagináis la cara que pondría cualquiera si la Escuela Universitaria de Informática de Oviedo rechazara, pongamos por caso, el título de Ingeniero del Software como propuesta de un nuevo título de grado y alguien saliera en el periódico diciendo lo que ha dicho Valledor? Y es que, se podrá estar o no de acuerdo, pero... ¡decir que son indignos de ser considerados profesores! ¿A alguien le entra en la cabeza? Siempre me ha maravillado la capacidad de la izquierda de soltar dogmas de fe sin el más mínimo razonamiento y ver cómo sus huestes comulgan con ruedas de molino.
Claro que eso no fue lo peor. El Bloque por Asturias aún lo supera:
El Gobierno de Asturias y el Rector no pueden permitir que un grupúsculo de falsos científicos utilicen la Universidad de la forma más miserable.
¿Por qué son falsos científicos? Que alguien me lo explique, porfa. ¡Ah!, porque no piensan como ellos. Claro, qué cosas tengo. Aunque, ¡un momento!, ahora que lo pienso... ¿y si los otros dijeran lo mismo de quienes sí estaban a favor del título en Filología Asturiana? ¿No tendrían exactamente los mismos argumentos (es decir, ninguno) para hacerlo? Bonito diálogo de besugos sería entonces.
Todavía queda alguna perla más, como la de Unidá Nacionalista, que lo calificó de «vuelta a las cavernas» (sic).
O sea, que «como sé que te gusta tanto el arroz con leche, por debajo de la puerta te paso un ladrillo». Impresionante.
Ya digo, no quiero entrar en el asunto en sí, del que lo desconozco todo. Pero el comunicado de los miembros del Seminariu de Filoloxía Asturiana de dicha Facultad leyeron, por boca de Ramón de Andrés, da bastantes pistas de por dónde debieron de ir los tiros. Un comunicado, este sí, con el que resulta difícil no estar de acuerdo (y no creo que sean sospechosos de estar en contra del asturiano):
La Filología Asturiana constituye un área del saber, un campo de investigación y docencia que en nuestro ámbito universitario tiene que ser tratado como tal, y no como un fenómeno interferido por adherencias ideológicas, políticas o doctrinarias. En nuestro ámbito universitario, el debate al respecto de la Filología Asturiana tiene que consistir en su entidad académica suficiente y en el cauce adecuado y digno que nuestra Universidad tiene que proporcionarle, no en debates de tipo político, ideológico o doctrinario.
¿Tan difícil resulta no sólo decir cosas coherentes, sino, sobre todo, razonar lo que se dice? La verdad es que no puedo estar más de acuerdo con ellos. Para los que, como yo, defendemos que el bable, en todas sus variantes, pueda y deba ser estudiado tanto en la escuela como en la Universidad, pero rechazamos frontalmente cualquier intento de oficialidad, las palabras anteriores cobran muchísimo sentido, y entiendo la reacción de dichos profesores de asturianu, pues esa misma sensación la he tenido yo muchísimas veces cuando, al pertenecer a un grupo determinado, uno ve cómo a veces otros tratan de mezclar churras con merinas y, como si todo el monte fuese orégano, empezar a defender otras cosas que nada tenían con el propósito inicial del mismo.
La verdad es que me alegro mucho de este varapalo, no por el rechazo del título en sí, sino por lo que supone de rechazo a que intentasen aprovechar dicho título para adoctrinar sobre cuestiones políticas que nada tienen que ver con la lengua asturiana.