sábado, 11 de julio de 2009
Presentación de cuentos y reencuentros
Hoy, sábado 11 de julio, en el Fnac de Parque Principado, fue la presentación de un libro de relatos breves en el que participo: Cuentos y reencuentros. Realmente ésta era la segunda presentación: la primera fue hace unas semanas en la sala de prensa de La Nueva España.
No tiene mucho mérito, ya que es un libro escrito por todos los miembros de un taller literario coordinado por Tino Pertierra: «El taller de las palabras». Cada uno de nosotros teníamos que escribir un relato de mil palabras sobre un reencuentro, del tipo que fuese. El mío se titula «Seis años atrás», y narra (lo poco que se puede contar en el poco espacio del que disponíamos) la segunda oportunidad que tienen dos antiguos compañeros de colegio cuando se vuelven a ver al cabo de unos años.
Como digo, no tiene mucho mérito y lo escribí tan rápido (como siempre, dejando las cosas para última hora) que podría ser mejor. Pero, aun así, mola (y se hace extraño) ver el nombre de uno impreso en un libro con un relato suyo (y hasta tener que firmar algún ejemplar y todo, je, je).
lunes, 6 de julio de 2009
A los karts
Un año más, repetí la experiencia de ir a un evento organizado por mi cuñado y sus compañeros de trabajo de la fábrica de Suzuki en Porceyo (Gijón). Esta vez el lugar elegido fue el circuito de Cibuyo, en Cangas de Narcea.
El circuito está muy bien, el mejor de todos los que he conocido hasta ahora. Lo peor es que los karts estaban bastante desguazados y, sobre todo, que había demasiadas diferencias entre unos y otros. Por si fuera poco, aparte del que ya estaba estropeado cuando llegamos, nosotros (bueno, yo no, los demás, juas, juas) nos encargamos de ir destrozando los otros: entre los pianos, alguna excursión por la hierba, por las piedras y un par de ellos a los que hubo que sacar de debajo de los neumáticos de protección, cada vez iban quedando menos karts entre los que elegir que estuviesen medio bien.
A muchos les fallaron también los frenos. Pero yo en cada una de las cuatro tandas me tocó uno distinto y nunca tuve problemas, así que eso probablemente fuera por un uso indebido de ellos.
Como éramos quince y, pese a que nos habían garantizado ocho karts sólo había siete, hubo que cambiar la configuración de la carrera, que quedó como sigue (de cada tanda se hicieron tres grupos de cinco):
Afortunadamente, ahí cambié de nuevo de kart y además coloqué el asiento antes de salir, y gané sin dificultad (al final de la recta posterior del circuito, en la primera vuelta, ya estaba primero).
Salí, por tanto, cuarto en la carrera final, gané una posición en la primera curva y, aunque a punto estuve de beneficiarme de la lucha de los dos primeros en dos primeras vueltas reñidísimas entre los tres, cuando finalmente me decidí a atacar y ya estaba segundo, me golpearon por detrás y me salí, quedando cuarto (y teniendo que hacer muchos esfuerzos para que no me pasase también el último). Ahí empezó el momento más divertido de la jornada, ya que el resto de la carrera tuve que luchar para recuperar la distancia perdida y, cuando por fin alcancé al tercero, después de una lucha de un par de vueltas finalmente conseguí pasarlo, posición en la que llegué al final (ya había perdido muchísimo tiempo con los de cabeza, que de todas formas, sobre todo el primero, estaban marcando tiempos muy buenos, mejores que los míos).
Así pues, finalmente tercero. 30 euros por haber pasado toda la mañana (desde las once y media hasta más de las tres) que doy por muy bien empleados.
Aquí un vídeo largo, de unos trece minutos:
El circuito está muy bien, el mejor de todos los que he conocido hasta ahora. Lo peor es que los karts estaban bastante desguazados y, sobre todo, que había demasiadas diferencias entre unos y otros. Por si fuera poco, aparte del que ya estaba estropeado cuando llegamos, nosotros (bueno, yo no, los demás, juas, juas) nos encargamos de ir destrozando los otros: entre los pianos, alguna excursión por la hierba, por las piedras y un par de ellos a los que hubo que sacar de debajo de los neumáticos de protección, cada vez iban quedando menos karts entre los que elegir que estuviesen medio bien.
A muchos les fallaron también los frenos. Pero yo en cada una de las cuatro tandas me tocó uno distinto y nunca tuve problemas, así que eso probablemente fuera por un uso indebido de ellos.
Como éramos quince y, pese a que nos habían garantizado ocho karts sólo había siete, hubo que cambiar la configuración de la carrera, que quedó como sigue (de cada tanda se hicieron tres grupos de cinco):
- En primer lugar, una tanda de calentamiento de 8 minutos.
- Clasificación. Diez minutos en los que el objetivo era hacer una vuelta buena, ya que era el mejor tiempo de cada uno el que contaría para luego hacer los tres grupos de la primera carrera y decidir el orden de salida en cada grupo.
- Primera carrera. Otros diez minutos. Al tener que hacer tres grupos, lo que decidimos aquí sobre la marcha fue que los dos últimos de cada grupo descendían al grupo inferior, y los dos primeros subían al grupo siguiente, ocupando las posiciones cuarta y quinta de dicho grupo para la última y definitiva carrera.
- Carrera definitiva. También diez minutos. Como siempre, en tandas de tres grupos (una para decidir las posiciones décima a la decimoquinta, otra para las posiciones de la cinco a la diez y la final para los cinco primeros puestos).
Afortunadamente, ahí cambié de nuevo de kart y además coloqué el asiento antes de salir, y gané sin dificultad (al final de la recta posterior del circuito, en la primera vuelta, ya estaba primero).
Salí, por tanto, cuarto en la carrera final, gané una posición en la primera curva y, aunque a punto estuve de beneficiarme de la lucha de los dos primeros en dos primeras vueltas reñidísimas entre los tres, cuando finalmente me decidí a atacar y ya estaba segundo, me golpearon por detrás y me salí, quedando cuarto (y teniendo que hacer muchos esfuerzos para que no me pasase también el último). Ahí empezó el momento más divertido de la jornada, ya que el resto de la carrera tuve que luchar para recuperar la distancia perdida y, cuando por fin alcancé al tercero, después de una lucha de un par de vueltas finalmente conseguí pasarlo, posición en la que llegué al final (ya había perdido muchísimo tiempo con los de cabeza, que de todas formas, sobre todo el primero, estaban marcando tiempos muy buenos, mejores que los míos).
Así pues, finalmente tercero. 30 euros por haber pasado toda la mañana (desde las once y media hasta más de las tres) que doy por muy bien empleados.
Aquí un vídeo largo, de unos trece minutos:
Karting Cibuyo from César Acebal on Vimeo.
viernes, 27 de junio de 2008
Reacciones al rechazo de Filología Asturiana
Bueno, vamos a darle un poco de vidilla a esto. La verdad es que estaba demorando el momento de empezar a escribir de todo aquello que me apetece hasta que montase un blog integrado en mi sitio web, pero como veo que nunca llega el día en que saco tiempo para ello, voy a utilizar de momento esta cuenta que en su día hice en Blogger de prueba y ya llegado el momento importaré las entradas al nuevo blog de mi sitio web (si es que llega tal momento, claro está).
En fin, el caso es que, aunque hoy lo que tocaría sería hablar de fútbol, acabo de leer en el periódico la noticia de la dimisión de Ana Cano como decana de la Facultad de Filología a causa del rechazo de la Junta de Facultad al título de Filología Asturiana entre las propuestas de los nuevos títulos de grado. Bueno, realmente la noticia ya aparecía ayer; a lo que hago alusión ahora es a la aparecida hoy en La Nueva España con el título Llingua politizada, Filología sin título de Asturiano.
Resumiendo para los lectores que no estén al tanto de la noticia, resulta que la hasta ahora decana de la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo y a la sazón presidenta de la Academa de la Llingua, Ana Cano, dimitió anteayer de su cargo tras rechazar la Junta de Facultad la Filología Asturiana como uno de los nuevos títulos de grado, a propuesta del profesor de Filología Española Félix Fernández de Castro.
No pretendo entrar en el fondo de la cuestión pues ni conozco a ninguno de los profesores involucrados ni soy lingüista. Lo que me ha llamado profundamente la atención y que es el motivo por el que no me puedo resistir a escribir sobre ello, son las reacciones que se han producido a raíz de dicho rechazo.
Leo en La Nueva España:
Ahí lu tienes, con dos cojones. ¿Os imagináis la cara que pondría cualquiera si la Escuela Universitaria de Informática de Oviedo rechazara, pongamos por caso, el título de Ingeniero del Software como propuesta de un nuevo título de grado y alguien saliera en el periódico diciendo lo que ha dicho Valledor? Y es que, se podrá estar o no de acuerdo, pero... ¡decir que son indignos de ser considerados profesores! ¿A alguien le entra en la cabeza? Siempre me ha maravillado la capacidad de la izquierda de soltar dogmas de fe sin el más mínimo razonamiento y ver cómo sus huestes comulgan con ruedas de molino.
Claro que eso no fue lo peor. El Bloque por Asturias aún lo supera:
¿Por qué son falsos científicos? Que alguien me lo explique, porfa. ¡Ah!, porque no piensan como ellos. Claro, qué cosas tengo. Aunque, ¡un momento!, ahora que lo pienso... ¿y si los otros dijeran lo mismo de quienes sí estaban a favor del título en Filología Asturiana? ¿No tendrían exactamente los mismos argumentos (es decir, ninguno) para hacerlo? Bonito diálogo de besugos sería entonces.
Todavía queda alguna perla más, como la de Unidá Nacionalista, que lo calificó de «vuelta a las cavernas» (sic).
O sea, que «como sé que te gusta tanto el arroz con leche, por debajo de la puerta te paso un ladrillo». Impresionante.
Ya digo, no quiero entrar en el asunto en sí, del que lo desconozco todo. Pero el comunicado de los miembros del Seminariu de Filoloxía Asturiana de dicha Facultad leyeron, por boca de Ramón de Andrés, da bastantes pistas de por dónde debieron de ir los tiros. Un comunicado, este sí, con el que resulta difícil no estar de acuerdo (y no creo que sean sospechosos de estar en contra del asturiano):
¿Tan difícil resulta no sólo decir cosas coherentes, sino, sobre todo, razonar lo que se dice? La verdad es que no puedo estar más de acuerdo con ellos. Para los que, como yo, defendemos que el bable, en todas sus variantes, pueda y deba ser estudiado tanto en la escuela como en la Universidad, pero rechazamos frontalmente cualquier intento de oficialidad, las palabras anteriores cobran muchísimo sentido, y entiendo la reacción de dichos profesores de asturianu, pues esa misma sensación la he tenido yo muchísimas veces cuando, al pertenecer a un grupo determinado, uno ve cómo a veces otros tratan de mezclar churras con merinas y, como si todo el monte fuese orégano, empezar a defender otras cosas que nada tenían con el propósito inicial del mismo.
La verdad es que me alegro mucho de este varapalo, no por el rechazo del título en sí, sino por lo que supone de rechazo a que intentasen aprovechar dicho título para adoctrinar sobre cuestiones políticas que nada tienen que ver con la lengua asturiana.
En fin, el caso es que, aunque hoy lo que tocaría sería hablar de fútbol, acabo de leer en el periódico la noticia de la dimisión de Ana Cano como decana de la Facultad de Filología a causa del rechazo de la Junta de Facultad al título de Filología Asturiana entre las propuestas de los nuevos títulos de grado. Bueno, realmente la noticia ya aparecía ayer; a lo que hago alusión ahora es a la aparecida hoy en La Nueva España con el título Llingua politizada, Filología sin título de Asturiano.
Resumiendo para los lectores que no estén al tanto de la noticia, resulta que la hasta ahora decana de la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo y a la sazón presidenta de la Academa de la Llingua, Ana Cano, dimitió anteayer de su cargo tras rechazar la Junta de Facultad la Filología Asturiana como uno de los nuevos títulos de grado, a propuesta del profesor de Filología Española Félix Fernández de Castro.
No pretendo entrar en el fondo de la cuestión pues ni conozco a ninguno de los profesores involucrados ni soy lingüista. Lo que me ha llamado profundamente la atención y que es el motivo por el que no me puedo resistir a escribir sobre ello, son las reacciones que se han producido a raíz de dicho rechazo.
Leo en La Nueva España:
El diputado de IU, Javier García Valledor, calificó la decisión de la Junta de Facultad de «indignante» y añadió que «pone en cuestión si la Universidad está al servicio de la sociedad asturiana o al de los intereses espurios de un pequeño grupo de profesores que por sus acciones son claramente indignos de ser considerados tales en la universidad asturiana».
Ahí lu tienes, con dos cojones. ¿Os imagináis la cara que pondría cualquiera si la Escuela Universitaria de Informática de Oviedo rechazara, pongamos por caso, el título de Ingeniero del Software como propuesta de un nuevo título de grado y alguien saliera en el periódico diciendo lo que ha dicho Valledor? Y es que, se podrá estar o no de acuerdo, pero... ¡decir que son indignos de ser considerados profesores! ¿A alguien le entra en la cabeza? Siempre me ha maravillado la capacidad de la izquierda de soltar dogmas de fe sin el más mínimo razonamiento y ver cómo sus huestes comulgan con ruedas de molino.
Claro que eso no fue lo peor. El Bloque por Asturias aún lo supera:
El Gobierno de Asturias y el Rector no pueden permitir que un grupúsculo de falsos científicos utilicen la Universidad de la forma más miserable.
¿Por qué son falsos científicos? Que alguien me lo explique, porfa. ¡Ah!, porque no piensan como ellos. Claro, qué cosas tengo. Aunque, ¡un momento!, ahora que lo pienso... ¿y si los otros dijeran lo mismo de quienes sí estaban a favor del título en Filología Asturiana? ¿No tendrían exactamente los mismos argumentos (es decir, ninguno) para hacerlo? Bonito diálogo de besugos sería entonces.
Todavía queda alguna perla más, como la de Unidá Nacionalista, que lo calificó de «vuelta a las cavernas» (sic).
O sea, que «como sé que te gusta tanto el arroz con leche, por debajo de la puerta te paso un ladrillo». Impresionante.
Ya digo, no quiero entrar en el asunto en sí, del que lo desconozco todo. Pero el comunicado de los miembros del Seminariu de Filoloxía Asturiana de dicha Facultad leyeron, por boca de Ramón de Andrés, da bastantes pistas de por dónde debieron de ir los tiros. Un comunicado, este sí, con el que resulta difícil no estar de acuerdo (y no creo que sean sospechosos de estar en contra del asturiano):
La Filología Asturiana constituye un área del saber, un campo de investigación y docencia que en nuestro ámbito universitario tiene que ser tratado como tal, y no como un fenómeno interferido por adherencias ideológicas, políticas o doctrinarias. En nuestro ámbito universitario, el debate al respecto de la Filología Asturiana tiene que consistir en su entidad académica suficiente y en el cauce adecuado y digno que nuestra Universidad tiene que proporcionarle, no en debates de tipo político, ideológico o doctrinario.
¿Tan difícil resulta no sólo decir cosas coherentes, sino, sobre todo, razonar lo que se dice? La verdad es que no puedo estar más de acuerdo con ellos. Para los que, como yo, defendemos que el bable, en todas sus variantes, pueda y deba ser estudiado tanto en la escuela como en la Universidad, pero rechazamos frontalmente cualquier intento de oficialidad, las palabras anteriores cobran muchísimo sentido, y entiendo la reacción de dichos profesores de asturianu, pues esa misma sensación la he tenido yo muchísimas veces cuando, al pertenecer a un grupo determinado, uno ve cómo a veces otros tratan de mezclar churras con merinas y, como si todo el monte fuese orégano, empezar a defender otras cosas que nada tenían con el propósito inicial del mismo.
La verdad es que me alegro mucho de este varapalo, no por el rechazo del título en sí, sino por lo que supone de rechazo a que intentasen aprovechar dicho título para adoctrinar sobre cuestiones políticas que nada tienen que ver con la lengua asturiana.
viernes, 14 de marzo de 2008
Máster en Dirección de Comunicación
Mañana doy clases en el Máster en Dirección de Comunicación y Nuevas Tecnologías que se imparte en la Universidad de Oviedo. Mi parte se titula Estándares web, gestores de contenido y redes sociales, y pretende ser una introducción (muy por encima, claro: son tan sólo cinco horas) a las diferentes formas que tenemos de publicar en la web y, sobre todo, a cómo un individuo o una empresa pueden beneficiarse hoy día de las múltiples herramientas sociales que nos facilita eso que ha dado en llamarse la Web 2.0.
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